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La Sociedad Perfecta.

  • Foto del escritor: SUCIA RATA
    SUCIA RATA
  • 23 nov 2023
  • 3 Min. de lectura


"Mi Misión Sagrada es Crear la Sociedad Perfecta"


Obsesionado por la perfección, el Alto Evolucionador se erige como un intrigante personaje dentro del Universo de Marvel, destacándose por su profundo dominio de la genética y la manipulación biológica. En la sede de su empresa, Orgo-Corp, lleva a cabo modificaciones genéticas de vanguardia, utilizando tecnologías de punta para materializar su ambiciosa misión: la creación de la sociedad perfecta.


En la película "Guardianes de la Galaxia Vol. 3", El Alto Evolucionador se revela como el arquitecto destinado a dar forma a esta utopía social. En una conversación entre Gamora y Drax, se subraya que en algunos rincones del universo, El Alto Evolucionador es considerado un dios. Estos hechos reflejan inquietantes realidades. Más allá de la ficción, la obsesión actual por el desarrollo tecno-científico, especialmente en áreas como la Inteligencia Artificial, la Biogenética, las redes neuronales y la Bioingeniería, apunta hacia una era transhumanista que podría desembocar en una sociedad post-humana.


Este afán por emular la divinidad invierte la concepción tradicional de la creación del ser humano a imagen y semejanza de Dios. Hoy en día, es el propio humano quien diseña nuevas deidades tecnológicas modeladas según sus propios intereses y ambiciones.


En una entrevista de 2019 realizada por Euronews, el historiador Yuval Noah Harari identifica tres desafíos globales alarmantes: la guerra nuclear, el calentamiento global y la desregulación tecnológica. Sobre esto último, argumenta que el descontrol en la inteligencia artificial y bioingeniería podría alterar para siempre la esencia humana tal como la conocemos. Una carrera armamentística en estos campos, advierte Harari, podría desembocar en tragedia.




La búsqueda insaciable de inmortalidad, unida al afán desmedido por el progreso tecnológico, están convirtiendo peligrosas ficciones en cada vez más probables realidades. Siguiendo la perspectiva de Harari, los individuos más adinerados del planeta podrían llegar a convertirse en una especie radicalmente distinta y superior, mientras gran parte de la humanidad quedaría rezagada como una reliquia del pasado. Esta distopía se acentuaría si el avance tecno-científico prosigue en un mundo de desigualdad extrema.


¿Para quiénes se está forjando realmente esa utópica sociedad perfecta? Al igual que el personaje de ficción del Alto Evolucionador, encontramos hoy notorios empresarios tecnológicos obsesionados con la misma misión. Uno de ellos es Elon Musk, dueño de Neuralink, compañía determinada a crear interfaces cerebrales para expandir las capacidades humanas. Otro es Jeff Bezos, cuya empresa Altos Labs busca descifrar los secretos genéticos de la juventud celular eterna. También esta Hashem Al-Ghaili y su proyecto EctoLife para fabricar seres humanos en úteros artificiales. Son solo algunos de muchos ejemplos que apuntan a un futuro cada vez más incierto.


No obstante, así como sucedió en la película "Guardianes de la Galaxia", la anhelada sociedad perfecta no llegó a materializarse en la contra-tierra ideada por el Alto Evolucionador. Del mismo modo, mientras la humanidad siga sumida en profundísimas desigualdades sociales, políticas y económicas, ningún avance tecnológico será capaz de generar el paraíso en la Tierra.  Superar la raíz de estas brechas lacerantes es condición indispensable para aspirar a tener un verdadero control tecnológico al servicio del bien común. Y ni aún eso podría jamás garantizar sociedades libres de odio, violencia y miserias propias de la naturaleza humana.  




Como vaticinó certeramente Aldous Huxley, lo más probable es que nuestras sociedades de control mantengan indefinidamente la ilusión de una democracia participativa, mientras en realidad operan como cárceles hipnóticas. La cita no podría ser más premonitoria: “Los prisioneros ni siquiera soñarían con escapar. Sería un sistema de esclavitud en el que, gracias al consumo y al entretenimiento, los propios esclavos llegarían a amar su servidumbre”. 

 
 
 

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